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16 July 2014

EL RIESGO DE PADECER TROMBOSIS EN VIAJES PROLONGADOS PUEDE DISMINUIRSE CON MEDIDAS FÁCILES Y EFICACES

Llega la época del año en la que más se viaja. La DGT estima que durante julio y agosto habrá 79 millones de desplazamientos sólo por carretera. Muchos de estos traslados, además de los que se producen en avión, tienen varias horas de duración, y es a partir de las 4 horas de trayecto cuando la salud puede verse perjudicada. Se llama Síndrome de la clase turista (un término acuñado pensando que la limitación de movimientos en los vuelos era el causante) a la sensación de hinchazón en las piernas, hormigueo, molestias, mareos, dolor y que si se agravan pueden acarrear la trombosis del viajero, que se produce por la aparición de trombosis en las venas de las piernas en sujetos susceptibles (habitualmente los que tienen una alteración de la coagulación o han sufrido trombosis previa). 
El doctor Fidel Fernández, especialista en Angiología y Cirugía Vascular y vicepresidente del CEFyL (Capitulo Español de Flebología y Linfología de la Sociedad Españolade Angiología y Cirugía Vascular), explica claramente las dificultades que tiene la sangre para volver al corazón cuando se permanece tanto tiempo en la misma posición, “las arterias llevan la sangre con mucha presión y velocidad, (el corazón tiene mucha fuerza para impulsar hacia delante), pero la capacidad aspirativa del corazón es muy débil, (la capacidad de succión para activar la vuelta de la sangre por las venas). En el caso de las piernas está dificultada por la gravedad, (al estar sentado la sangre debe “escalar” hacia arriba hasta llegar al corazón)”.

Para conseguir este retorno venoso, “el organismo ha desarrollado un ingenioso sistema; las venas profundas están metidas dentro de paquetes y fascias musculares (como “fundas”) y disponen de unas válvulas que impiden su paso hacia abajo (hacia los pies) para ordenar el flujo de sangre hacia el corazón. Cada vez que nos movemos, contraemos los músculos que comprimen a las venas, y al estar ordenada la dirección del flujo por estas válvulas la sangre progresa en la dirección adecuada (hacia el corazón”), añade.


Pero no siempre funciona de la manera adecuada. El especialista señala que con la evolución que lleva el ser humano se ha dificultado la situación al retorno venoso. “Procedemos de especies más bajitas que nosotros (con menos distancia desde el suelo al corazón, es decir, con menos altura para que suba la sangre), que además eran cuadrúpedas (menos altura aún) y que estaban casi siempre en movimiento (ni se sentaban en un ordenador ni pasaban horas de pie quietas en el trabajo o viajando), a lo que hay que sumar los malos hábitos dietéticos, la obesidad y el sedentarismo. Por eso las varices y la mala circulación son una enfermedad casi exclusiva del homo sapiens”, recuerda.

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