“Todos
estamos, directa o indirectamente, implicados en el tratamiento de
dolor: profesionales de Enfermería, médicos de todas las especialidades,
gestores hospitalarios, políticos, familiares
etc. De ahí, el gran logro de este Curso, que ha permitido reunir a
diversos estamentos sociales y profesionales para ir, poco a poco,
consiguiendo el reto de la medicina del dolor: extinguirlo”. Así lo ha
destacado el
doctor
Juan Perez Cajaraville, director de la Unidad de Dolor de la Clínica
Universidad de Navarra y vocal de la Junta Directiva de la Federación
Europea de Dolor, durante el
Curso de Verano “Retos de la medicina del dolor en el siglo XXI”,
organizado por la Universidad Complutense de Madrid y patrocinado por la
Fundación Grünenthal y la Fundación Española del Dolor.
La formación, un elemento clave
El
objetivo de esta actividad formativa es reunir a todos los implicados
en el estudio y tratamiento del dolor para presentar sus puntos
de vista profesionales sobre los desafíos y las necesidades para paliar
esta enfermedad. “El principal reto de la medicina del dolor en el
siglo XXI es la desaparición de esta enfermedad, pero el camino hasta
alcanzarlo es bastante difícil. Por eso, el primer
paso, es conseguir su alivio”, comenta el doctor Juan Antonio Micó,
catedrático de Farmacología de la Universidad de Cádiz y director de
este curso.
Para
conseguir este objetivo es necesaria una formación específica,
continuada y multidisciplinar de todos los agentes implicados en
el estudio y tratamientos del dolor. Por eso, el doctor Micó, considera
que este tipo de actividades formativas son un complemento necesario
para todos estos profesionales. “En nuestro país las horas destinadas a
la formación específica sobre dolor deberían
aumentarse, y este tipo de iniciativas suponen un aliciente importante
para los profesionales de la salud”.
La importancia del desarrollo clínico
El
doctor Cajaraville, comenta asimismo que, “otro de los elementos en los
que hay que trabajar es el enfoque clínico. Durante los últimos
años se han producido novedades en esta línea pero siguen siendo los
medicamentos convencionales los que constituyen el grueso del
tratamiento actual”. En este sentido, el doctor Micó añade que, “para
poder avanzar en este sentido y trabajar en nuevas líneas
farmacológicas, es imprescindible el apoyo institucional para potenciar
la investigación básica de nuevas moléculas”.
Vigilar
el entorno del paciente es vital para mejorar su calidad de vida. “Si
bien se puede imaginar el impacto del dolor en la persona
que lo sufre, hay un efecto que, a menudo, pasa desapercibido y que es
reseñable: la presión sobre los seres queridos del paciente”, comenta el
doctor Cajaraville.
El papel del sistema sanitario
Todos
los profesionales asistentes coinciden en que para conseguir aliviar el
dolor, “todo el esfuerzo debe ir encaminado a mejorar
la calidad de vida de los pacientes mejorando la implicación de los
gestores sanitarios y de los académicos, así como la coordinación entre
todos los elementos que constituyen el SNS involucrados en su abordaje”.
Tal
y como apunta el Dr. Cajaraville, “es conveniente la estructuración de
los dispositivos asistenciales para su tratamiento, además
de la necesidad de incrementar el número de las Unidades de Dolor en
todo el territorio nacional y proveerlas adecuadamente tanto de personal
como de equipamiento”.
El
sistema sanitario debe garantizar que el correcto control del dolor se
contemple entre las prestaciones que se ofrecen. Para ello
“la existencia de mecanismos de coordinación asistencial que permitan
la correcta comunicación entre los distintos niveles es muy importante”,
asegura el doctor José María Ramón y Muñoz, jefe de la Unidad de Dolor y
director médico del Hospital Universitario
de La Paz, de Madrid, y añade, “para su correcto abordaje, es
imprescindible una adecuada formación, desde el médico de Atención
Primaria hasta los gestores sanitarios”.
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