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24 April 2014

SEMEG RECLAMA GERIATRAS “DE REFERENCIA” QUE AYUDEN A GESTIONAR LAS NECESIDADES DE LOS ANCIANOS

 España va camino de convertirse en uno de los países más envejecidos de nuestro entorno. La esperanza de vida se sitúa en los 82 años. Junto con Madrid y Castilla León, Navarra supera la media alcanzando los 83,4 años. Según los datos de la OCDE, la población mayor de 80 años se triplicará de 2010 a 2050, pasando en nuestro país del 5% al 15%.

Este escenario nos obliga a adelantarnos al posible “caos” sociodemográfico y desarrollar unidades específicas de atención a la población mayor. Al igual que el pediatra con la población infantil, el geriatra debería ser figura de referencia con el que coordinarse y poder gestionar las necesidades de los ancianos”, comenta el doctor Nicolás Martínez Velilla, presidente del Comité Organizador de la 6ª Reunión Nacional de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG) que comienza hoy en Pamplona.

Más de 300 geriatras nacionales e internacionales (Canadá, Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia) se dan cita en la ciudad para trabajar la “Geriatría basada en la evidencia”. Tal y como explica el doctor Martínez “gran parte de los tratamientos que utilizamos en pacientes ancianos se basan en estudios que de forma rutinaria les han excluido de la investigación sin razones objetivas. Es decir, extrapolamos resultados cuando el perfil del paciente pasa de ser joven y relativamente sano a mayor, con comorbilidades, polimedicado y en muchos casos frágil”.

A pesar de que la mayoría de los modelos propuestos para la atención al paciente con multimorbilidad incluye las hipótesis de multidisciplinariedad, continuidad asistencia yvaloración geriátrica integral que diseñaron los padres de la actual geriatría, todavía queda un largo camino para establecer afirmaciones a nivel terapéutico. Resulta difícil conocer cuál es el mejor tratamiento y esto preocupa a las autoridades sanitarias“De hecho,comenta el geriatra, algunos de los fármacos que utilizamos de forma rutinaria no cuentan con una clara evidencia científica de su utilidad en población anciana. Además, en la práctica clínica diaria vemos que las guías están basadas más en enfermedades que en pacientes, por lo que lo habitual es que la multimorbilidad signifique polifarmacia”.

“Cuando tratamos de aplicar las guías clínicas basadas en la evidencia a nuestros pacientes nos enfrentamos a interacciones farmacológicas, efectos secundarios y una potencial disminución de la adherencia a los tratamientos pautados, recuerda el presidente de la Reunión. “En estas circunstancias es difícil identificar el tratamiento ideal, o el fármaco implicado en un determinado efecto secundario, ajustar las dosis y pautar para evitar iatrogenia farmacológica”, revela.

Algunas iniciativas están tratando de aproximarse más al paciente “real”. Así, propuestas como las Guías publicadas recientemente por Graziano Onder para la Prescripción enAncianos Complejos o las sugerencias de los doctores Sinclair y Morel sobre el Tratamiento de la Diabetes en Ancianos Institucionalizados están siendo muy bien recibidas por la comunidad de geriatras.

“Respecto a la población de avanzada edad existen muchos falsos mitos, y este es uno de los más importantes”, añade el doctor Juan F. Macías, presidente de la SEMEG. “El fenómeno de la exclusión se basa en la dificultad para interpretar los resultados en pacientes con múltiples enfermedades y en la imposibilidad de modificarlos para este tipo de pacientes. Por si fuera poco, los objetivos propuestos sobre mortalidad, respuesta o efectos secundarios no benefician a poblaciones con una expectativa de vida reducida”,insiste.

Mapa asistencial: España y Navarra
En nuestro país todavía hay comunidades autónomas donde no hay servicios de geriatría en los hospitales u otras en donde existe un déficit de profesionales. De hecho, sólo el 12% de los hospitales españoles cuenta con Unidades Geriátricas de Agudos y el 30% con algún dispositivo asistencial geriátrico especializado, registrándose desigualdades por comunidades autónomas. Por ejemplo, en Castilla y la Mancha, hay más unidades mientras que en otras zonas como Andalucía o País Vasco, la presencia de la geriatría es anecdótica.

En la Comunidad Foral existen 5.853 plazas en residencias, de las que 2.030 son públicas o están concertadas con el Gobierno de Navarra a través del Departamento de Políticas Sociales. El Servicio de Geriatría del Complejo Hospitalario de Navarra dispone de 12 camas en el hospital y unas 40 concertadas en un centro privado, además de interconsultas, ortogeriatría y consultas externas.

En Tudela existe un servicio de atención psicogeriátrica. En opinión del doctor Martínez, “el desarrollo de la geriatría a nivel local pasa por la ampliación de la oferta a los médicos de atención primaria para poder coordinar de manera efectiva la atención y consiguiendo, entre otros objetivos, menos ingresos inadecuados, facilidad de acceso a los recursos hospitalarios cuando sean necesarios, evitar ingresos de personas institucionalizadas cuando no se beneficien de ellos, coordinar el manejo de situaciones complejas no solo a nivel médico sino también social, colaborar en la atención a pacientes con demencia o con necesidad de cuidados paliativos, etcétera”.

Actualmente hay dos proyectos que marcarán la atención a este sector poblacional: el desarrollo del Plan Sociosanitario de la Comunidad Foral y la Estrategia de Atención a los Pacientes Crónicos y Pluripatológicos.

El doctor Juan Macías insiste en que en este déficit confluyen varios factores. “Por un lado, la falta de cultura sobre el envejecimiento de la población y el desconocimiento inclusive sobre lo que es la geriatría y, por otro lado, la concepción errónea de que estas unidades o su implantación son caras”. Varios estudios revelan que estas unidades representan un ahorro del 5%, además de un descenso de la estancia media en los centros sanitarios del 15%. “El trabajo más reciente realizado en nuestro país y que han promovido geriatras del Hospital de Asturias muestra que la incorporación de la geriatría a las unidades de urgencia conlleva un ahorro de más de 2 millones de euros al año, evitándose casi 4.000 estancias en el hospital”, concluye.

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