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20 March 2013

La nefritis es la complicación más letal del lupus


La nefritis lúpica empeora sobremanera el pronóstico del lupus eritematoso sistémico debido a su potencial morbilidad y mortalidad. Se requieren, pues, especialistas médicos en el diagnóstico y tratamiento de esta complicación renal.
El conocimiento científico sobre el lupus eritematoso sistémico es cada vez mayor. Gracias a ello en los últimos años se han hecho avances significativos en el diagnóstico y tratamiento de una enfermedad tradicionalmente poco estudiada. Hace algunos años se pensaba que el lupus era una patología rara, debido a que existían escasos medios de diagnóstico que hacían que solo las formas graves de la enfermedad fueran diagnosticadas. Sin embargo, con el paso de los años y gracias al avance técnico-científico se ha producido una mejora sustancial de los métodos de diagnóstico, lo que ha resultado en un incremento del número de casos de lupus detectados.

El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad complicada por su variabilidad, ya que puede presentarse en formas leves o tan graves que provoquen la muerte. Se trata de una patología autoinmunitaria y, como su propio nombre indica, sistémica, lo que significa que puede afectar a multitud de órganos (riñones, piel, pulmones, corazón, articulaciones, músculos, etc.). Es crónica y provoca inflamación y daño en los órganos afectados, que en la mitad de los pacientes se limita casi en exclusiva a la piel y las articulaciones.

Aunque esta enfermedad puede persistir durante toda la vida, se caracteriza por periodos de mayor actividad (exacerbación) alternados con periodos de mayor inactividad (remisión). Puede afectar a cualquier persona pero su incidencia es mucho mayor en mujeres que en hombres (10 veces más) y aparece con mayor frecuencia entre los 20 y los 40 años de edad[i]. Se trata, además, de una alteración autoinmunitaria muy relacionada con la raza, siendo mucho más frecuente entre personas de raza negra y asiáticos.

Se desconoce la causa exacta de la enfermedad, aunque se sabe que es el resultado de una combinación de factores genéticos, infecciosos, hormonales y medioambientales.

Los síntomas son muy variables, lo que provoca que pueda confundirse con otras patologías. La hinchazón y el dolor articular son los síntomas más comunes. Pero también puede provocar fatiga, fiebre, malestar general, úlceras bucales, pérdida de cabello, etc. Algo muy habitual es la aparición de erupciones cutáneas, que pueden brotar en cualquier parte del cuerpo. Sin embargo, la complicación más temible y letal del lupus eritematoso sistémico es la nefritis lúpica[ii], que se convierte en la expresión renal de la enfermedad.

Aproximadamente dos tercios de los enfermos de lupus eritematoso sistémico tienen compromiso renal en algún momento de su vida[iii]. Aunque la intensidad de la alteración renal varía según el paciente, la nefritis lúpica afecta a más de la mitad de ellos[iv], y su presencia incrementa significativamente la morbilidad y mortalidad asociadas a la enfermedad. Un estudio europeo de cohorte sobre 1.000 pacientes lúpicos reportó una supervivencia de 10 años menos en aquellos enfermos que presentaron nefritis lúpica al inicio del estudio, comparado con aquellos que no la habían desarrollado[v].

El problema de la nefritis lúpica es que al tratarse de la inflamación de los riñones éstos pierden capacidad de eliminación de los productos de desecho provocando su acumulación en la sangre o, por el contrario, puede ocurrir que se eliminen a través de la orina sustancias que nuestro organismo necesita, como proteínas, lo que puede desencadenar la hinchazón de cara o piernas. Otro riesgo asociado a la nefritis por lupus es el aumento de la presión arterial.

Esta afección renal puede presentarse con una intensidad leve o empeorar progresivamente hasta alcanzar insuficiencia renal. Aunque no es habitual, entre un 5 y un 22% de los pacientes acaba sufriendo enfermedad renal terminal (ERT)[vi] y requiriendo un tratamiento renal sustitutivo (hemodiálisis o trasplante).

El lupus eritematoso sistémico no tiene cura, por lo que el tratamiento se centra en el control de los síntomas. La terapia varía según el paciente y el grado de la patología e incluye tratamiento farmacológico con corticoides, antiinflamatorios e inmunosupresores, entre otros medicamentos.

La incidencia de esta enfermedad es más o menos de 7 casos por cada 100.000 habitantes[vii] a nivel mundial y en España afecta a unas 40.000 personas[viii]. Además, en los últimos años el número de casos de lupus está aumentando debido a la cada vez más avanzada tecnología y al desarrollo científico, aunque todavía queda mucho por andar, de lo que se deduce que la cantidad de casos diagnosticados irá en aumento en los próximos años.

Es importante tener en cuenta el hecho, antes comentado, de que el lupus eritematoso sistémico y sus complicaciones asociadas, especialmente la nefritis, llevan estudiándose pocos años, por lo que aún queda mucho camino en la investigación de esta enfermedad. No obstante, el avance científico ha permitido incrementar y mejorar el diagnóstico y tratamiento, aunque la variabilidad de la patología y la multitud de complicaciones asociadas la convierten en una enfermedad grave que requiere especialistas capaces de controlar los síntomas para que el paciente pueda llevar una vida normal.

**Instituto de Posgrado para Estudios de Medicina y Salud

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