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02 February 2013

Los micronutrientes y la salud sexual de las mujeres



 La salud sexual es un factor fundamental para la calidad de vida de las mujeres. Dependien-do de la etapa del ciclo vital destacan diferentes aspectos: Mientras que para las mujeres de los países desarrollados es importante una contracepción segura antes de los 20 años de edad, entre los 20 y los 45 años la atención se centra especialmente en la salud reproductiva, es decir, la cuestión de la maternidad, que abarca el embarazo, el parto y la lactancia. Con la edad, la fertilidad va disminuyendo lentamente. Los cambios en el ciclo menstrual suelen ser los primeros signos del climaterio, el periodo de alteraciones hormonales que concluye con la menopausia. A este periodo le sigue la etapa de la postmenopausia. Los procesos normales de envejecimiento conllevan cambios que pueden afectar a la salud sexual. En este sentido, es importante seguir una dieta equilibrada y rica en micronutrientes en cada una de estas fases de la vida.

Además de los cambios naturales, también el estado físico y mental de la mujer repercute en su salud sexual. Así, por ejemplo, una enfermedad crónica puede ser en ocasiones causa de disfunciones sexuales. Los estudios sobre la preservación de la salud sexual y el tratamiento de disfunciones sexuales –especialmente durante la etapa reproductiva y postmenopáusica– son objeto de un gran interés desde hace algunos años. A menudo existe un desequilibrio en el delicado metabolismo de los órganos sexuales. Lamentablemente, son muy limitadas las opciones de tratamiento disponibles que se hayan probado con éxito y estén suficientemente documentadas. Por esta razón, la prevención es prioritaria en la salud y el bienestar de la mujer y, en este aspecto, los micronutrientes desempeñan una función clave. 

 La salud reproductiva
La salud reproductiva es un estado de completo bienestar físico y mental en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos (1). Por eso, la salud reproductiva implica que las mujeres (y los hombres) puedan tener opción a una vida sexual responsable, satisfactoria y segura, y que tengan la capacidad de reproducirse y la libertad de decidir cuándo y con qué frecuencia. Entre los principa-les órganos de reproducción femeninos se incluyen los caracteres sexuales primarios (innatos); es decir, los órganos sexuales como los ovarios (las gónadas para la producción de óvulos y de las principales hormonassexuales femeninas, los estrógenos y gestágenos), el útero (para el desarrollo del embrión hasta su naci-miento) y la vagina (el canal de la fecundación y el parto). Los caracteres sexuales secundarios son los cambios físicos que se producen en el cuerpo, como los pechos (para la producción de leche después del embarazo) y la menstruación (el sangrado periódico para renovar el endometrio).

Los micronutrientes pueden ayudar a prevenir molestias y disfunciones en algunas partes del sistema sexual femenino. El 90 por ciento de las mujeres en edad fértil en todo el mundo sufre regularmente el síndrome premenstrual (SPM) (2). Algunos de los síntomas típicos asociados a este síndrome son los cambios de humor e irritabilidad, así como dolor de cabeza, fatiga, alteraciones del sueño, náuseas, retención de líquidos y sensibilidad en las mamas. Desde hace tiempo se sabe que una combinación de vitaminas del grupo Bpuede ayudar a aliviar los trastornos premenstruales o incluso a prevenirlos de manera eficaz, algo que queda confirmado una y otra vez por estudios recientes llevados a cabo sobre este tema (3). Aparte de esto, se ha observado un aumento significativo del estrés oxidativo en las mujeres que padecen SPM, considerándose como posible causante de los desarreglos asociados al mismo. Los efectos negativos del estrés oxidativo se pueden evitar en parte mediante la administración de antioxidantes (4). Estudios recientes han demostrado que la ingesta de calcio contribuye a mejorar los síntomas físicos y emocionales del SPM (5). La aparición del SPM está siendo analizada como posible indicador de una futura osteoporosiscausada por la deficiencia de calcio.

Muchas mujeres adolecen de dolorosos calambres durante la menstruación. Cuando estos calambres no se deben a causas patológicas tales como miomas o endometriosis, se puede suministrar vitamina D como po-sible medida preventiva. Un ensayo controlado aleatorio ha demostrado que, de esta manera, se consigue reducir la cantidad de analgésicos utilizados hasta en un 40 por ciento (6).

El estrés oxidativo, propiciado entre otras cosas por una alimentación desequilibrada, puede afectar negati-vamente la función de las células y los tejidos del organismo. El aumento del estrés oxidativo también parece estar asociado con una disminución de la fertilidad femenina. De este modo, la tasa de éxito de la fecundación “artificial” (fertilización in vitro, FIV) se podría mejorar mediante la administración de deter-minados antioxidantes (7). Además, un estudio reciente ha proporcionado evidencia de que el aporte de vitamina D para compensar un estado deficitario ayudaría a aumentar el éxito de la FIV (8).

Uno de los riesgos más temidos del embarazo es la posibilidad de un alumbramiento prematuro. De acuerdo con un estudio realizado recientemente, este riesgo puede reducirse en gran medida si durante el periodo periconcepcional, es decir, antes de la concepción y en los primeros meses de embarazo, las mujeres comienzan a tomar de forma continuada un preparado vitamínico (9). Al mismo tiempo, esto disminuiría el riesgo de que los bebés nazcan con un peso muy bajo. 
    

 La anticoncepción hormonal y la salud
La planificación del embarazo y de la familia es un problema central en todas las sociedades. Por lo general, un embarazo no planeado o no deseado suele presentar una situación de conflicto. Los anticonceptivos hormonales son los que mayor seguridad proporcionan para la anticoncepción y hasta ahora son utilizados con éxito solo en mujeres. Cuando “la píldora” comenzó a comercializarse hace más de 50 años, supuso una revolución y una liberación para la vida sexual femenina. Sin embargo, la administración de hormonas para suprimir la ovulación natural puede ir acompañada de riesgos y efectos secundarios. Con el uso de la píldora, el organismo de la mujer parece estar sometido a una mayor carga como consecuencia del estrés oxidativo. En los estudios, este estrés oxidativo se ha contrarrestado con la ayuda de antioxidantes (10). Asimismo se ha puesto de manifiesto que las mujeres que toman la píldora presentan unas concentraciones sanguíneas más bajas de los micronutrientes antioxidantes betacarotenovitamina E y vitamina B12 (11), que podrían ser compensadas mediante una ingesta selectiva de los mismos.
  

 La salud en el climaterio y la postmenopausia 
Con la llegada del climaterio, el cuerpo deja gradualmente de producir estrógeno, la principal hormonafemenina. La disminución de los niveles de estrógenos en el organismo de la mujer eleva el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y osteoporosis. Aunque la administración de estrógeno actúa
de forma preventiva, también parece aumentar el riesgo de cáncer de mama.

Numerosos estudios han demostrado que, especialmente después de la menopausia, las mujeres presentan un aporte deficiente de vitamina D (12). La ingesta regular de vitamina D puede reducir el riesgo de osteo-porosis (13) y fracturas óseas debidas a caídas relacionadas con la debilidad muscular (14). Por otra parte, se han descrito resultados exitosos en el tratamiento de la osteoporosis con vitamina D y calcio en mujeres postmenopáusicas (15).

Otros estudios sugieren que unos niveles sanguíneos adecuados de vitamina D en las mujeres mayores podrían estar asociados con un menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares (16) y cáncer de mama (17). Las investigaciones actuales indican que existe una relación entre el metabolismo de la vita-mina D y la prostaglandina (una sustancia similar a las hormonas producida por el organismo que inter-viene, entre otras cosas, en los procesos inflamatorios) que podría influir en el desarrollo de cáncer de mama y de ovario (18). Éste último solo afecta a mujeres después de los 40 años y tras la menopausia. Además, estudios recientes han señalado que un buen suministro de ácido fólico (19) y un aumento del consumo de ácidos grasos omega-3 (20) podrían disminuir el riesgo de cáncer de mama. 

**Publicado en el BOLETIN INFORMATIVO NUTRIFACTS

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