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26 June 2012

CADA AÑO SE DIAGNOSTICAN EN ANDALUCÍA MÁS DE 5.000 TUMORES DE RIÑÓN

Según los datos del primer estudio que se realiza en España sobre la incidencia de cáncer renal, cada año se diagnostican en nuestro país 4.720 nuevos casos de tumor de riñón. En el caso de Andalucía, este tumor alcanza los 5.275 nuevos casos (11.2) por cada 100.000 habitantes/año. Al mismo tiempo, los resultados recogidos en el estudio elaborado a lo largo del 2011, demuestran que en la mayoría de los pacientes coinciden factores de riesgo como son el tabaquismo, la obesidad y la hipertensión. La investigación se ha presentado recientemente durante el último Congreso Nacional de Urología (AEU) que se ha celebrado en Vigo.

La AEU ha llevado a cabo este estudio, que ofrece por primera vez en España la realidad de la incidencia de este tumor, el tercer cáncer urológico más común en la población española, tras el de próstata y el de vejiga. “Hasta la elaboración de este trabajo”, afirma el presidente de la Asociación Española de urología (AEU), eldoctor Humberto Villavicencio, “no contábamos con datos de incidencia de este tumor en nuestro país, por lo que ahora disponemos de una herramienta fundamental para el urólogo, ya que nos va a permitir conocer el perfil del paciente, la incidencia de esta enfermedad por CC.AA y el abordaje que se realiza en nuestro país”.

Se ha contado con la participación de 515 pacientes diagnosticados de cáncer renal en el 2011 y de 13 hospitales españoles, repartidos por toda la geografía española. Por su parte, en Galicia ha participado el Complejo Hospitalario A Coruña con 58 pacientes. Para el doctor José Manual Cózar, vocal de actividades científicas de la AEU y coordinador de este estudio, “en cifras, en España se diagnostican cada año 10,2 tumores de riñón por cada 100.00 habitantes. Si trasladamos estos datos al total de la población española, se traduce en los más de 4.000 tumores que se detectan al cabo del año en nuestro país”, indica el coordinador de este estudio.

Perfil del paciente: varón fumador, obeso e hipertenso

En este sentido, el estudio muestra que seis de cada 10 pacientes son varones y sólo un 33% mujeres. En cuanto a la relación con enfermedades de riesgo asociadas, casi la mitad de ellos presentaban sobrepeso y un 28% obesidad. Asimismo, el 52% era hipertenso y un 4,5% sufría una insuficiencia renal.

En cuanto a los hábitos de vida, el 80% era fumador o estaba expuesto al humo del tabaco. “Está demostrado por otros estudios que el tabaco incrementa en un 35% el riesgo de desarrollar este tumor. Esta relación tan directa radica en que el riñón, al actuar como depuradora de la sangre, filtra todos los elementos tóxicos como el alquitrán que contiene el tabaco, que mientras son eliminados a través de la orina van deteriorando este órgano. Por decirlo de otra forma, estas sustancias tóxicas actúan como carcinógenos”, subraya el doctor Cózar.

Al analizar la edad del paciente, más de la mitad de ellos tenían más de 60 años; el 22% entre 50-60 años; el 12% entre 40 y 50 años y el 6% eran menores de 40 años. “A diferencia de otros cánceres urológicos”, matiza el doctor Cózar, “este tumor se puede presentar a edades tempranas, a partir de los 40 años”.

En conclusión, este experto afirma que “estamos observando que, a pesar de no tener tasas comparativas anteriores fiables, en los últimos 50 años este tumor ha aumentado su incidencia en el mundo occidental, lo que se explica debido al incremento de sus factores de riesgo: tabaquismo, obesidad e hipertensión”.

Diagnóstico precoz

Este estudio muestra que la posibilidad de realizar una detección temprana aumenta las perspectivas de supervivencia, así ocho de cada 10 casos se diagnostican en fase localizada. Por tipos de tumor, el más frecuente es el cáncer de riñón de células claras, tras el carcinoma papilar y el de células sarcomatoides. En su detección precoz intervienen las herramientas de diagnóstico que actualmente están disponibles como son la ecografía y el TAC, así como la identificación de los síntomas asociados.

En este sentido, el doctor Cózar comenta que “este cáncer es el denominado ‘tumor del internista’, ya que la patología del riñón puede mostrar signos tan diversos como el dolor de cabeza, la hipertensión, el derrame ocular. Por lo general, los primeros especialistas en tratar al paciente son los internistas. En muchos casos, los tumores son asintomáticos y el diagnóstico se realiza de forma accidental en una ecografía abdominal, a causa de un dolor en esta zona. Con frecuencia, se detectan en fase precoz y afortunadamente se pueden intervenir a tiempo”. En la investigación se recoge que los principales síntomas fueron la hematuria o sangre en la orina, seguido por un dolor en el flanco lateral del cuerpo, y anemia, entre otros.

Por su parte, el doctor Villavivencio insiste en que “al no contar con una prueba para detectar este tumor, y normalmente se diagnostica por otro motivo de consulta, es muy importante que se insista como medida preventiva en abandonar el hábito tabáquico. Hoy en día conseguimos salvar el órgano en la mitad de los casos, ya que en el otro 50% de los pacientes se acaba quitando el riñón”.

Tratamiento

La cirugía continúa siendo el tratamiento de elección en tumores localizados, bien por cirugía abierta o laparoscopia. “En el 80% de los pacientes en los que el tumor estaba localizado, en un 57% se realizó una nefrectomía radical, que significa la extirpación del riñón; el 20% necesitó una nefrectomía parcial y en el 11% se practicó una tumorectomía. Esta última se lleva a cabo cuando el tumor es pequeño, lo que permite conservar el órgano y eliminar sólo la parte afectada. Asimismo, en ocho casos se optó por la radiofrecuencia, que consiste en introducir una aguja al tumor y a través de ondas de choque, eliminar las células malignas”, explica el coordinador del estudio.

En aquellos casos en los que el tumor se ha diseminado a otros órganos del cuerpo o hay metástasis, la cirugía resulta insuficiente, por lo que junto a la práctica de la nefrectomía radical se emplean tratamientos farmacológicos. “Los nuevo fármacos antiangiogénicos impiden el crecimiento de los vasos sanguíneos que nutren al tumor. Por lo que en algunos casos se consigue disminuir su tamaño y, en consecuencia, retrasar el desarrollo de la enfermedad, alargando la supervivencia del paciente”, concluye el doctor Cózar.

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