Así, el
médico ha adelantado que “actualmente, con el tratamiento estándar basado en el
uso del interferón y la ribavirina, se están curando entre el 50 y el 60% de
todas las hepatitis C. La llegada de los inhibidores de la proteasa va a suponer
un salto cualitativo, llegando a curar al 75% de los casos”. Así, estos
inhibidores se dirigen especialmente al genotipo 1 del virus (existen 6), “que
es el más difícil de curar y el causante del 50 ó 60% de los casos”.
Según ha
manifestado el médico, el futuro se presenta prometedor, “ya que en un plazo de
unos diez años, es probable que se llegue a una cifra de curación cercana al
100%, gracias a las investigaciones de nuevas moléculas, como los inhibidores de
la polimerasa”.
Con
respecto a los nuevos fármacos que se van a comenzar a usar de manera inmediata
en los distintos servicios de salud (se espera que en el Servicio Vasco de
Salud-Osakidetza entren en funcionamiento en abril), “los inhibidores de la
proteasa se habrán de tomar de manera conjunta con los tratamientos actuales, ya
que si no, el virus de la hepatitis C podría crear resistencias”.
El experto
ha explicado que si bien antes los fármacos se orientaban a actuar sobre la
inmunidad de los propios pacientes, “las nuevas moléculas atacan directamente al
virus, actuando sobre su ciclo celular”
¿Quiénes
se beneficiarán?
“Aproximadamente, el dos por
ciento de la población de nuestro entorno ha entrado en contacto con el virus de
la hepatitis C. Esto da unas cifras aproximadas de unos 800.000 personas en
España y unas de 40.000 personas en el País Vasco, una cifra muy relevante”, ha
puesto de manifiesto el doctor Juan Arenas Ruiz-Tapiador.
De hecho,
existen dos perfiles de afectados calaramente diferenciados. Por un lado “están
las personas, en su mayoría mayores, que han tenido contacto con el virus de la
hepatitis C a través de transfusiones, hemodiálisis, etc. con anterioridad a que
se instauraran los actuales mecanismos de control. Por otro lado, tenemos a
pacientes de mediana edad que, en su juventud, hace 20 ó 30 años, tuvieron algún
tipo de contacto con drogas de administración parenteral y que quedaron
infectados. Para ambos grupos puede ser muy positivo”.
Con
respecto a pacientes coinfectados con el virus de la inmunodeficiencia humana y
el de la hepatitis C, “se deben estudiar más a fondo la interacción con los
antirretrovirales, aunque también se esperan beneficios para este colectivo”.
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