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30 December 2010

Barcelona, en la élite de la investigación científica


Barcelona sube y Madrid se estanca en el ranking mundial de excelencia científica.
Barcelona es el mejor lugar España, el número 22 de Europa y el número 54 del mundo para hacer ciencia de excelencia, según un informe elaborado por la revista Nature sobre las capitales mundiales de la investigación.
El informe, que abarca el periodo 2000-2008, constata que Barcelona y su área metropolitana han subido en estos ocho años desde el puesto 65 del ránking mundial de capitales científicas al puesto 54. Sólo cuatro áreas metropolitanas en todo el mundo han subido más puestos que Barcelona en este ránking que mide, no el volumen de producción científica, sino la excelencia: Austin en Estados Unidos; Lovaina y Oslo en Europa; y Hefei en China.
En este progresivo ascenso en la tabla, Barcelona ha adelantado a ciudades con una actividad científica importante como Washington en Estados Unidos, Sydney en Australia, Kioto y Tokio en Japón, o Roma y Toulouse en Europa. La mayoría de estas ciudades han progresado en la última década tanto en la cantidad como en la calidad de sus investigaciones. Pero no lo han hecho tan rápido como Barcelona, que se ha convertido en el principal centro de producción científica del suroeste de Europa.
La evolución al alza de Barcelona contrasta con el estancamiento de Madrid, la única otra ciudad española analizada en el informe. Aunque Madrid también ha aumentado en volumen de producción científica y en calidad de las investigaciones, no lo ha hecho más rápido que el resto del mundo, de modo que en el año 2000 estaba en el puesto 66 del ránking mundial y en el 2008 había bajado al 67.
“La experiencia demuestra que solo los países que están en la parte alta de la tabla, en zona de Champions, transforman la ciencia en riqueza económica”, dijo el 14 de diciembre el físico Lluís Torner, presidente de la Associació Catalana d’Entitats de Recerca, en un acto en presencia del vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, de la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, y del hoy conseller de Economia, Andreu Mas-Colell, que aún no había sido nombrado. Torner considera un éxito la evolución de la investigación en el área de Barcelona a lo largo de la última década porque “necesitamos motores de creación de riqueza”. Pero advirtió a Rubalcaba y Garmendia que, aunque “empezamos a tener centros de élite, aún son jóvenes y frágiles”.
La capacidad para formar, atraer y retener a investigadores de primer nivel es el factor más importante para que una ciudad se erija en capital científica, destaca el bioquímico Joan Guinovart, presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España. Para conseguirlo, las inversiones en I+D son una condición necesaria, pero no suficiente.
Este es el mismo mensaje que Lluís Torner le transmitió a Rubalcaba el 14 de diciembre cuando el vicepresidente le preguntó hasta qué punto la solución para mejorar en I+D estaba en aumentar los presupuestos de investigación. El dinero es importante, respondió Torner, pero aún más importante es cómo se invierte. “Lo que más importa –dijo Torner- es el modelo científico”.
Los datos del informe de Nature, titulado Building the best cities for science (Constuyendo las mejores ciudades para la ciencia), lo ilustran. Se puede hacer una apuesta masiva por la investigación y multiplicar la producción científica, como ha hecho China en la última década, y sin embargo no aumentar la calidad de manera significativa. En el otro extremo, se puede conseguir un gran incremento de calidad sin aumentar la cantidad, como ha hecho la ciudad de Austin en Texas (EE.UU.).
En estos análisis, la cantidad se mide por el número de trabajos científicos publicados por investigadores de una ciudad. La calidad se mide por el número de veces que los trabajos firmados por científicos de una ciudad son citados después por investigadores de todo el mundo.
Para atraer a los mejores investigadores a una ciudad hay que ofrecerles algo más que dinero, destaca el informe de Nature. Primero hay que garantizarles la libertad para desarrollar sus propias ideas. Al fin y al cabo, ningún gestor sabe mejor cómo hacer avanzar una línea de investigación que los científicos que trabajan en ellas. Esta no es una cuestión de presupuesto sino de modelo.
Después, hay que garantizarles los recursos y las infraestructuras para poder llevar a cabo sus investigaciones. En esta cuestión el presupuesto sí que importa, pero también importa priorizar las investigaciones de excelencia y asegurarles estabilidad presupuestaria a medio plazo. De nuevo una cuestión de modelo.
Finalmente, conviene ofrecer a los investigadores un lugar atractivo para vivir, señala el informe de Nature citando el trabajo de los sociólogos Richard Florida, de la Universidad de Toronto (Canadá), y Mary Walshock, de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.). Walshock clasifica a los científicos dentro de la “clase creativa”: creativos, talentosos, móviles, el tipo de profesionales que prefieren vivir en una ciudad vibrante.
De estas tres grandes variables –libertad, recursos y estilo de vida-, Barcelona destaca en la última. “En igualdad de condiciones para hacer ciencia, Barcelona es un plus”, explicó Jordi Camí, director general del Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona (PRBB), en su conferencia “Barcelona y la investigación médica” pronunciada el 17 de noviembre en el Ateneu Barcelonès. “Pero los buenos investigadores no vienen al PRBB porque sea fashion, vienen porque ahora encuentran un entorno científico estimulantes y podemos ofrecerles las condiciones para hacer investigación de primer nivel”.
Estas condiciones se han creado en la última década en los nuevos centros de investigación abiertos en Catalunya y se han visto favorecidas por la institución Icrea, que ha permitido fichar a investigadores procedentes de otros países con sueldos competitivos. Pero aún no son habituales en las universidades y los centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), lastrados por una filosofía laboral funcionarial y por un modelo de distribución de recursos que no incentiva la excelencia.
“El sistema de investigación que hemos construido en la última década aún es frágil”, advirtió Camí, quien alertó del riesgo de que la crisis pueda destruir parte de lo que tanto ha costado construir en los últimos años. Llegada la hora de las restricciones presupuestarias, Camí aboga –al igual que Lluís Torner y Joan Guinovart- por “reforzar lo que va bien y recortar lo que no va bien”, porque “recortar sin tener en cuentra el criterio de excelencioa sería catastrófico, pero recortar con criterio será incluso positivo”.


**Publicado en "La Vanguardia"

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